viernes, 20 de septiembre de 2013

Alguien entra a una oficina

Son las 7 am y las 9 am allá, en Argentina. 
Acabo de amanecer, hay algo que me hace ruido, un zumbido en los oídos que me molesta.
Me da bronca que alguien esté encerrado. Cierro los ojos, los vuelvo a abrir y me encuentro con lo mismo.
Llegué a Nauta anoche, serían como las 8 pm, y como no hay luz, la luna no me dejó ver demasiado. 
Hoy, al salir el sol, los rayos atravesaron mi mosquitero, levanto la cabeza y me encuentro a pocos metros con un río enooooorme. Del otro lado, más selva. La miré a Maca, dormía, me daban ganas de decirle 'mirá, mirá, levantate', pero me iba a odiar.
Es aquí, con el verde rodeándome, el lugar que tanto buscaba, donde me cuestiono hasta dónde es que elegimos el lugar donde estar. Cómo puede ser que miles de personas en este momento estén entrando a hacer algo que no les gusta. Si, ya sé, tienen un montón de respuestas y alguna de esas debe ser responsabilidad, pero a esa responsabilidad se llegó por una elección. Siempre elegimos.
Yo no quiero ser sardina enlatada un viernes a las 17 pm en el subte. Solo quiero ser feliz e independiente. Cómo llegar a eso es lo más difícil, aún estoy pensando.. Espero que la vorágine de una ciudad nunca me ciegue y me lleve a olvidar que uno elige siempre donde estar.








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